LAS CUENTAS DE LA VIEJA
Como
muchos saben, ciudad y municipio son dos términos de uso frecuente, sobre todo
cuando se hace referencia a divisiones territoriales. Tanto unos como otros
tienen características propias que los diferencian.
Una
ciudad es una comunidad que posee cierta cantidad de habitantes, normalmente
mayor que los pueblos, además de tener una infraestructura, tanto comercial
como industrial amplia, con centros educativos, empresas y oficinas bancarias diseminados por todo su territorio
mucho mayor que la de los pueblos. Pero, principalmente, se caracteriza porque
las actividades que en ella se realizan no están relacionadas ni con la
agricultura ni con la ganadería; es decir con ninguna de las actividades que si
se hacen en las zonas rurales y por ende en sus pueblos.
La
ciudad tiene una gran densidad de población, una gran presencia de viviendas
múltiples, de edificios que albergan o pueden albergar a esa gran población.
Las infraestructuras en medios de transportes, sus avenidas, sus calles y hasta
sus barrios son especialmente concebidos y diseñados para cada ciudad.
En la
Vega de San Mateo son muchas las preguntas que nos hacemos los que vivimos en
este municipio, en nuestro pueblo, y que están relacionadas, casi todas ellas,
con el incremento dotacional, diría que desmesurado, de edificaciones públicas,
que podrían tener una justificación puntual pero que si lo analizamos
detenidamente pueden tener unas consecuencia catastróficas, con unos resultados
inesperados y a la vez sorpresivos. Y la sorpresa, generalmente cuando hablamos
de gestión pública, no suele ser precisamente halagüeña.
Está
bien aprovecharse del dinero que vienen de las administraciones de las que
somos administrados para llevar a cabo planes que favorezcan el desarrollo
sostenible de un municipio, pero no está de más ver y analizar las
consecuencias que arrastra, o puede arrastrar ese "aprovecharse".
Me voy a
centrar en el caso de la Vega de San Mateo, el de emplear ese dinero en instalaciones públicas faraónicas, e innecesarias,
que si bien pudieran paliar un problema puntual, o una deficiencia en un
determinado momento, estas se puedan convertir en un problema de mayor
envergadura que afectaría no solo al presupuesto municipal sino además al
bolsillo de los contribuyentes de ese municipio.
Las
instalaciones hay que mantenerlas ya que por si solas no se sustentan. Necesitan
personal de mantenimiento que realicen labores de limpieza, electricidad,
fontanería e inspección. Asimismo esas instalaciones tienen que tener una
rentabilidad que les permita hacer frente a determinados gastos como son lo de electricidad,
agua y nóminas de los empleados que requiera, así como aquellos elementos
necesarios, cada cierto tiempo, para mantener y sostener la instalación en
condiciones de uso, como puede ser el pintado de interiores y exteriores, el
cambio de lámparas o elementos de fontanería, pólizas de seguro etc.,. Toda un
listado de gastos que son "ineludibles" para la propia subsistencia
de la instalación.
Es una
temeridad hacer creer a la gente que estas obras van a hacer próspero un
municipio cuando es palmario y notorio que no es así pues el presupuesto
municipal es el que es y va en consonancia con el número de habitantes y con
los impuestos que se recaudan.
No se
pueden disminuir los impuestos si aumenta la infraestructura, no se puede
aumentar el presupuesto sin aumentar los impuestos.
El
dinero público es directamente proporcional al ingreso, e inversamente
proporcional al número de construcciones. Tanto aportas, tanto tienes.
Cuando
el aumento de la construcción de edificaciones públicas es mayor, provoca,
irremediablemente, un descenso del dinero de las arcas públicas que pueden
llevar a la institución, ayuntamiento, en el caso de la Vega de San Mateo, a la bancarrota o como mal menor a un detrimento sistemático de otras prestaciones
importantes y básicas e ineludibles.
Todo en
un municipio es proporcional a lo que se haga. Si se aumenta la población,
proporcionalmente se deben aumentar los servicios, si se aumentan los servicios,
proporcionalmente se deben aumentar los gastos, si se aumentan los gastos,
proporcionalmente se deben aumentar los presupuestos, si se aumentan los
presupuestos, proporcionalmente a todo lo anterior se deben aumentar los
impuestos, ello quiere decir implícitamente, sin reservas, que a mayor aumento
de todo, mayor aumento de los problemas.
Don
Antonio Ortega nuevamente pretende ofrecernos más infraestructuras, convencido
que con ello el desarrollo del municipio sería imparable y que su gestión es insuperable.
No pretende mejorar las existentes, ¡No!, pretende aumentar aún más la carga
del gasto público.
Culpa a
sus opositores, a los partidos de la oposición, de querer paralizar las obras,
de que si salen elegidos pararán el crecimiento. Una memez y una estupidez
pensar así de quienes tienen la obligación de fiscalizar todo lo que tenga que
ver con el dinero público y con el ayuntamiento pues no es el cortijo privado
de Don Antonio Ortega sino casa de todos los vegueros y vegueras.
Lo que
no dice Don Antonio Ortega es que el riesgo de ese "crecimiento" no
solo es perjudicial para el municipio sino que además puede suponer un evidente
deterioro de la estabilidad presupuestaria y un endeudamiento solapado con unos
dineros que provienen de fondos muy puntuales que hoy se tienen pero que mañana
no. Esto recibe el nombre de "Crecimiento Insostenible".
Para que
me entiendan, si una persona con un presupuesto basado en una nómina se saca un
premio en la lotería y se compra una gran mansión, por la que tendrá que
emplear un presupuesto elevado en mantenimiento, podrá disfrutar de ella
mientras le dure el dinero extra del premio, el contento, cuando este se acabe
tendrá que sostener el edificio con su sueldo y solo tendrá dos opciones, o
vender la mansión y comprarse un piso, o alquilarla y con ese dinero
mantenerla.
Si un
alcalde utiliza fondos extras como los del FEDECAN para construir edificios, antes,
y no cuando se acabe el dinero, debe pensar los gastos que generan esos
edificios y los ingresos de los que dispone para su mantenimiento, porque si no
le quedan dos opciones, o los vende, si puede, acabando así con la función
pública del mismo, o los alquila en concesión acabando, igualmente, con esa
finalidad pública, ya que todos sus usuarios tendrán que aflojar de sus
bolsillos para hacer uso de los mismos.
Pero lo
más alarmante es que no habrá empresa que quiera hacerse cargo de una concesión
que es deficitaria, o no proporciona los beneficios suficientes para que pueda
ser rentable su adquisición. Al igual que el algodón no engaña, el principio de
estabilidad entre ingresos y gastos tampoco.
Es una
temeridad, una tremenda temeridad, continuar por la senda del gasto, de lo
insostenible económicamente, porque tarde o temprano esto pasará una factura
muy, muy alta, que sumirá a este municipio en una crisis sin parangón, si no en
la ruina económica.
Razón
tienen los que les dicen que esa senda no es la correcta, pero el
empecinamiento, la tozudez puede más que la sensatez y el sentido común.
Un
puñado de votos, o arrasar como dice Don Antonio que va a hacer en las urnas,
no merece que este municipio vea en peligro, no solo su futuro, sino el de
generaciones enteras por ese puñado de votos que le den una mayoría para seguir
con el disparate. Es absurdo y temerario.
El
tiempo da y quita razones, prefiero que me la quite, eso querrá decir que
estaba equivocado, pero mucho me temo que no será así, que a los sumo podré
errar en el tiempo, pero no en el desenlace.
Las cuentas
de la vieja no valen para la gestión de los dineros públicos y mucho menos para
gobernar un municipio.
VEGUEROS S.M.