"Hago lo que quiero, como quiero y cuando quiero"...
¿Realmente eso significa ser alcalde?.-
Por: Jesús Padilla
Sinceramente no sabía como
comenzar este artículo de opinión porque no quiero decir lo que pienso en este
momento de quién dio la orden, la transmitió y ejecutó, para cometer el mayor
ataque contra la dignidad de un pueblo, sin nocturnidad, pero con alevosía
emboscada, con abuso por un estado de indefensión, con descaro y la fuerza del
serrucho eléctrico, con inmediatismo y con inmediatez, sin vergüenza y como
sinvergüenza, quizás jurídicamente sin abuso de poder, pero con abuso de
confianza, sin ecuanimidad y con inquina, así describe medio pueblo y el que
suscribe la aberrante acción cometida sobre un símbolo vivo de esta maltratada
Vega de San Mateo.
Talar es cortar por el pie un
árbol, arrancar es sacar este de raíz para poder trasplantarlo. La opción
elegida, la tala con sierra eléctrica, es más rápida, más efectiva, ahorra
dinero y no da tiempo a defensa sobre sobre la víctima un Pino Canario (Pinus
canariensis), no por especie, porque no lo se, sino porque nació, vivió y murió
trágicamente en Canarias, en la Vega de San Mateo un triste 18 de noviembre de
2018. Un pino símbolo de muchas generaciones que cada Navidad adornaba nuestro
pueblo con sus luces de colores, sus paquetes navideños colgados de sus ramas y
hechos con el cariño y dedicación de niños y mayores.
Dicen que el poder que se le
obsequia a los políticos se les da para mejorar, el país, la comunidad o el
municipio. Un poder que debe ir siempre dirigido hacia el bien común de todos
los ciudadanos y para ello un alcalde, como es el caso, está para trabajar por
su pueblo, por mantener sus costumbres y tradiciones, por respetar su
idiosincrasia hasta en la más mínima expresión porque su poder deberá
utilizarlo en beneficio de la sociedad y no en el suyo propio.
No puede un alcalde, hacer lo
que quiere porque su ética debe estar por encima de su política.
No puede un
alcalde hacer lo que quiere, cuando quiere y como quiere, porque sus deberes se
pueden transformar en arbitrariedades e infamias de difícil reparación.
No puede un alcalde anular la voluntad popular escondiéndose detrás de decretos,
de decisiones salomónicas, porque rompe el equilibrio entre esa ética y la
política que pretende, creando desilusión, resentimiento, y propiciando un
malestar generalizado por maniobras abusivas, escandalosas,
chabacanas. Una extralimitación aprovechada que convierte al ejecutante en
responsable de un comportamiento irresponsable, transformándose en un actor
escandaloso de la política que aumenta, aún más, ese sinsabor, esa desconfianza
que la gente de a pie siente por el político metiendo a todos, injustamente, en
el mismo saco.
El abuso de autoridad, de confianza, de poder, o de
superioridad que personajes alcaldables hacen de su cargo cuando acceden a este
no solo deja una huella imborrable de dolor, tristeza y agonía, sino que
produce un sentimiento de rechazo en la sociedad.
Una traición al voto que
provoca una rebelión en el votante.
Lo ocurrido en la mañana de hoy
en la Vega de San Mateo no es sino la continuación agravada de una serie de
acontecimientos enquistados en el tiempo y protegidos por quienes deben
denunciar y no lo hacen, por quienes deben actuar y no actúan y por aquellos
que sostienen un grotesco absurdo, un esperpento programa político de mentiras
que nació hace casi ochos para fracasar y continuar en el fracaso, ahondado con
la pala del presupuesto público y enterrado con la azada de la inutilidad
política que ha dejado este pueblo irreconocible, con unas carencias
impresionantes y con un atraso difícil de recuperar.
No me invento nada porque a la
vista está y que nadie se rasgue las vestiduras porque basta ver como nació ese
programa del fracaso, con una embotelladora, y como puede acabar, con un
agujero en la plaza del pueblo que ahora es más profundo después de la caída
del Pino de la Navidad, del pino que, injustamente, fue condenado a morir esta
misma mañana, sin juicio, sin defensa, sin dignidad porque alguien en voz baja
dijo eso de "hago lo que quiero, como quiero y cuando quiero"... ¿Realmente
eso significa ser alcalde?.
Triste realidad de una realidad
bien triste.
Se me hace parecer al guión de una película española de los años
80 dirigida por Luis María Delgado e interpretada por Alfredo Landa titulada "El alcalde y la política" donde el personaje es un alcalde que se cree
el amo del pueblo, un alcalde respetado y temido por todos, pero que gobierna a
su antojo.
¿Realmente eso significa ser
alcalde?
Ahí les dejo la pregunta, cada
uno que proponga su respuesta y reflexione como le venga en gana, alguna lección aprenderemos con todo esto.
VEGUEROS S.M.