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lunes, 2 de noviembre de 2020

PIEL FINA, DELICADEZ; PIEL BASTA... DE BASTO, QUE NO BASTARDO, LA TRIADA OSCURA DE UN ALCALDE.-

Piel fina, delicadez; piel basta... de basto, que no bastardo, la triada oscura de un alcalde.-


Por: Jesús Padilla


Si hubo una civilización que marcó la actual esa fue la romana. Filósofos, pensadores, matemáticos, legisladores, políticos, sociedad y clases, dinero y poder.
Fue Roma quien cambió el mundo e inició un proceso de romanización que alcanzó, incluso hoy en día, a todas las culturas, no solo europeas, sino a nivel mundial. La política no podía esta ajena a ello.
Del amplio vocablo romano tenemos palabras como ínfula, en la actualidad utilizada para definir a aquellos que con habitual vanidad y con orgullo desmedido desprecian al prójimo. Tener ínfulas es sinónimo de vanidoso, de engreído, de soberbio, de superioridad sobre los demás, en el derecho romano es, resumiendo, el que te obliga a que ejercites judicialmente tus derechos o que te calles.
En la antigua Roma hubo un emperador, el segundo del Imperio, hijo de Claudio Nerón y de Livia que se distinguió por estar en posesión de unas sobradas dotes militares, se llamaba Tiberio que supo gobernar Roma con acierto, pero que después se convirtió en un déspota despiadado que hizo ejecutar a amigos, senadores, incluso a parientes cercanos y lejanos. No había, según las crónicas de la época, familia que no tuviera alguna víctima, sacrificada por este cruel emperador que trajo la desgracia, causó tristeza y dolor y un enorme sufrimiento moral. De sus desmanes aparece la expresión “armar un Tiberio” como sinónimo de confusión y alboroto producido por la inquietud, la agitación y la turbación que producen esos abusos autoritarios.
Existe un comportamiento vinculado a este tipo de gobernantes, guiados por ese poder infinito que se creen poseer y que como una aureola le rodean formando parte de su personalidad, que se denomina “tríada oscura”.
Me contaba un buen amigo mío, psicólogo, que las personas poseedoras de esa tríada son insensibles, no tienen empatía y suelen ser manipuladores, carecen de sociabilidad, y sus deseos van siempre dirigidos a dominar socialmente a los demás, principalmente cuando son políticos. En resumidas cuentas, es lo que podríamos llamar “una mala persona”.
Es cierto que todos llevamos encima un “algo de maldad” pero en un político malvado ese “algo” viene acompañado de un narcisismo excesivo que le obliga a centrarse en si mismo, a necesitar de la admiración de los demás y a crear sus propias fantasías. Después esa maldad se convierte en un escaso interés por los sentimientos de las personas que le rodean, a no ser que le beneficien en algo o pueda sacarle partido, y en la manipulación que ejerce sobre todo lo que le rodea convirtiéndose en alguien poco confiable. Esta sería esa segunda pata de esa “triada oscura”.
Pero para sostener esa mesa diabólica, de un comportamiento ruin y malvado, “tiberino”, falta un tercer ingrediente, el del cinismo como estrategia, ese maquiavelismo propio de quien se cree el ombligo del mundo.
Todas estas actitudes que engloban esa mesa negra de tres patas, esa “triada oscura”, tiene su expresión máxima en una enorme frialdad emocional con bajísimos niveles de simpatía, honestidad y, sobre todo, de humildad.
Es la soberbia y el desprecio a sus oponentes políticos la tónica dominante.
Pero incluso hay algunos estudiosos que consideran que existe una cuarta pata, que es el sadismo con el que se desenvuelve, convirtiendo esa “tríada” en “tétrada” que aún le convierte en más peligroso porque sus comportamientos son crueles, degradantes y agresivos buscando el placer que le proporciona el hacer daño para dominar al oponente político y doblegarlo a límites insospechados, causándole sufrimientos, perdiendo el control sobre si mismo y convirtiéndose en un ser “dañino” para todos aquellos que le rodean.
Un peligro público.
Lo peor de todo esto es que quien padece de esta patología suele ser un mentiroso compulsivo al que no le importa que estas, sus mentiras, salgan a la luz porque considera que habrá mucha gente que se crea que es verdad.
En la mentira basa siempre su estrategia maquiavélica, tiberina.
Napoleón Bonaparte resumió en tres peticiones lo necesario para ganar una guerra, tener dinero, tener dinero y tener dinero. Con esto, con el dinero consigue, el que padece la “triada oscura” o la “tétrada”, manipular, explotar y destruir además de darse esa importancia que requiere sus “tiberinos” y “maquiavélicos” planes. Con el dinero oculta sus carencias y su podredumbre, moral e intelectual.
En La Vega de San Mateo se celebró el pasado jueves 29 de octubre un Pleno Extraordinario en el que se trataron diferentes asuntos de interés para nuestro municipio. Presidía el citado pleno el ínclito e infausto alcalde Don Antonio Ortega y de segunda espada, hablando en términos taurinos, la ínclita segundona e infausta teniente de Alcalde, la Srta. Davinia Falcón.
Todo discurría en un ambiente de extrema tranquilidad donde el ínclito con su verborrea habitual trataba de habilitar, como entrada, los argumentos de su convocatoria usando para ello la persuasiva figura de la Secretaria del pleno para obtener el “sí o sí”.
¿Es o no es así señora Secretaria? Le espetaba una y otra vez cuando se sentía inseguro.
Pero todo cambió cuando le tocó el turno a la oposición, Se acabaron las bondades y comenzaron las descalificaciones. La peor parada fue la Concejal Isabel Peñate, de Alternativa por San Mateo. Peor parada por ser mujer.
Y es aquí dónde he de hacer un paréntesis porque de los muchos plenos a los que he asistido, y han sido muchos y no solo en Vega de San Mateo, jamás había visto, ni oído, un desprecio tan grande, tan duro, tan fuera de tono, tan dañino, tan tiberino contra una mujer, en este caso oponente política, como los vertidos por el ínclito Don Antonio Ortega, que utilizó ese espacio donde se debe obtener consenso y armonía, en un espacio de lucha y pelea usando los más bajos instintos del ser humano para denigrar, humillar y vejar a una mujer.
El desprecio, el machismo, el descaro, las amenazas fueron de tal calibre que sentí vergüenza ajena de tener a un representante político de este municipio tratar impunemente a una mujer como si fuera un trapo sucio que se arroja al cubo de la basura.
Muchas fueron las palabras que lindaron con la rancia grosería : “tienes la piel muy fina” le dijo revirando torticeramente la frase para hacer más daño, “No serás alcalde nunca en San Mateo, es más te lo adelanto ya” haciendo referencia a su condición de mujer y humillándola, aún más, para que callara, diciéndole que no tenía “ni formación ni estudios”. Amén de otros ataques de tipo personal que no solo se produjeron en este Pleno, sino que se vienen sucediendo en todos los plenos donde asiste Isabel Peñate y todo ello vitoreado y apoyado por la ínclita Teniente de Alcalde Davinia Falcón, la “amable y bondadosa”, que apoya a un machista de mayúsculo tamaño en sus tropelías plenarias.
Otra que se cree que es el ombligo del mundo y todos tenemos que girar entorno a ella.
Y un pimiento, por no decir otra cosa.
Como mujer debería sentirse avergonzada por secundar, no condenar y afear, esa conducta. No se puede otorgar beneplácito a quien merece desprecio por su acción.
Una cosa es exponer y otra bien diferente es insultar, vejar y humillar, por el simple hecho de ser mujer.
La estrategia de Don Antonio Ortega, y la de Doña Davinia Falcón, ambos inequívocamente compaginados en la acción de desgaste al rival político y a sus oponentes, políticos o no, no es otra que hacer una desvalorización de sus mensajes y dificultar el intercambio de información y así confiscar el uso de ese espacio adjudicado no solo al ciudadano sino a sus representantes políticos como es la representación política de la oposición en los Plenos Municipales y la asistencia de ciudadanos a él. En definitiva todo lo que lleva aparejado ese derecho a la exposición de puntos, al uso de la palabra cuando son aludidos de manera especial y a oponerse frontalmente cuando son tratados, al igual que con la oposición, de mentirosos, como así ocurrió en este Pleno vergonzoso e indignante propio de dictadores bananeros, sin cultura ni formación.
Un escarnio a la función pública.
Pero este último asunto tendrá su justa respuesta en el momento oportuno y en los foros adecuados, como no podría ser de otra manera para hacer valer el derecho a la libertad de expresión, de pensamiento y opinión que no solo la Constitución, también los derechos fundamentales de la persona y los derechos humanos protegen contra dictadores del tres al cuarto que se creen los dueños de esos espacios que están reservados a salvaguardar la libertad, la democracia y el reparto equitativo y justo de los bienes de interés público.
¡Faltaría más!
Pero siguiendo con el hilo de este artículo de opinión esa estrategia de desvalorización de Don Antonio Ortega y Doña Davinia Falcón contra las mujeres de la oposición no solo es vomitiva sino asquerosamente deleznable. Esa estrategia de confiscar el uso de sus espacios por el hecho de ser mujer es una forma de violencia simbólica para mantener la subordinación y desalentar la reivindicación de quién ostenta la representación de muchos ciudadanos de esta Vega de San Mateo.
¡Tienes la piel muy fina! , dijo. 
Hay que ser sinvergüenza, digo.
El machista, considera que el espacio real de la mujer debe constreñirse al espacio doméstico, en la casa. Consideran estos malnacidos que se hace preciso domesticarlas como a los animales y para hacerlas entrar en razón y en esos patrones creados por ellos de orden dominante, para lograr ese fin, es necesario su domesticación efectiva y afectiva legitimando el castigo, el maltrato físico, el psicológico, exactamente igual que a las bestias. Por eso son estos políticos machistas “bestias con ropa” porque se entienden bien con ellas.
Usar en un Pleno, o fuera de él, expresiones contrarias a la dignidad humana, tergiversando las palabras y retorciendo las frases para encajarlas en planteamientos machistas para legitimar ese maltrato, hay que tener muchas “ínfulas” Don Antonio y Doña Davinia, muchas “ínfulas”.
Dicen que con las glorias se olvidan las memorias cuando se quiere llegar tan alto. Se deja atrás a los amigos, a las familias, y todos aquellos beneficios que lograron que personas como ustedes escalaran para conseguir lo que ahora tienen. Pero son ustedes como la carabina de Ambrosio, no sirven para nada. Pero la culpa no es de ustedes, al igual que con el cerdo, la culpa es de quien les da de comer y en esta ocasión me refiero a los que cumplen órdenes a sabiendas de que estas son extremadamente ilegales y van contra los derechos de la ciudadanía a una tutela efectiva por parte de quienes administran sus predios.
Evadir responsabilidades disparando sin ton ni son a todo lo que se mueve, es mearse fuera del tiesto, quizás porque Don Antonio y Doña Davinia, empleando un término taurino muy conocido, quieren picar muy alto en la política, como los alanceadores de toros, pero la respuesta que van a obtener será la de: Sí, pican muy bien, pero pican muy alto, lo que significa que no llegaran muy lejos con sus aspiraciones.
Ocurre que las personas menos cualificadas, como es el caso, suelen dar más opiniones, intentando poner sus objetivos muy por encima de sus posibilidades.
La piel fina y delicada es un símbolo de honestidad, de orden y de cuidado personal.
Lo contrario de la piel fina es la basta… de basto, del que se comporta como bastardo y forma parte de esa triada oscura, como la de un alcalde de un lugar de Canarias, que como dijo Don Miguel de Cervantes y Saavedra en su inicio de El Quijote… “de cuyo nombre no quiero acordarme…” 
Siga usted tocando el tambor. 
VEGUEROS S.M.

martes, 20 de octubre de 2020

LAS MISERIAS DE UN MISERABLE


Por: Jesús Padilla

Existe un libro, una novela del poeta y escritor Víctor Hugo, considerada como una de las obras más importantes del siglo XIX. Aunque de estilo romántico esta novela plantea, en una sociedad marcada por la pobreza, la pobreza y la riqueza, la política y la ética. En este libro el autor se mete de lleno en los vericuetos entresijos del corazón humano, pero de ese corazón que algunos políticos tienen para sostener sobre sus hombros una torpe cabeza y una buena cara de hormigón. Esos que creyéndose hidalgos no son más que pícaros que quieren mantener esos conceptos de honor y honra, de los que carecen, y a los que les importa un rábano llamar miserables a todo aquél que discrepa de ellos o se interpongan en su camino de éxito y poder.
Aunque no lo creamos todos tenemos miserias. Unos la padecen a manos de otros. Muchos la reconocen, para así aliviar las penas que le producen, otros aguantan y aguantan hasta que caen, derrumbándose por el enorme peso de la miseria, sin posibilidad de superar sus efectos.
Pero en el otro lado de la miseria, está el miserable, ese que aunque trate de aparentar lo contrario, es feliz haciendo la ruindad, festeja sus victorias, esas que hacen infelices a los demás y arruina la prosperidad ajena, es el que busca la burla o “mete la paja en el ojo ajeno” para hacer más desgraciado si cabe, al desgraciado, al infeliz que derrota con un beso de su befo, como aquel que Judas dio a Jesús en el huerto de Getsemaní.
El miserable solo piensa en si mismo, le ofende lo magnánimo o todo aquello que pueda ser coherente porque el miserable sabe perfectamente que esas cualidades están muy por encima de las suyas y muy lejos de su alcance. Por eso nunca ríe, porque la sonrisa es algo que no brota de su espontaneidad, sino de su abatimiento, abriendo la boca y enseñando sus dientes para simular la sonrisa. Es el miserable un atormentado envuelto en la envidia que no es capaz de aprender de la alegría de los demás y compartir la suya, arrastra su triste e incompleta vida buscando lo que no tiene a costa de ellos.
No es este el caso, quizás, del personaje de mi artículo, pero si es el de esa extrema avaricia en tiempos de COVID, de pandemia, de miserias humanas, de desolación y muerte, que afecta a muchas, muchísimas familias, a muchas, muchísimas economías y donde aparecen estos otros miserables que padecen de “extrema avaricia”. Esos que se meten en la trinchera del dinero y son como el papel secante, que absorbe y absorbe hasta dejar todo seco.
El político miserable es, a mi modo de entender, un personaje que le encanta absorber las riquezas que generan los demás, las suyas ni se tocan. Obliga con el látigo recaudador a esos esclavos de la política, que son los contribuyentes, prometiéndoles un futuro imposible que se hace tan eterno como sus miserias.
Me decía mi abuela (q.e.p.d.) que siempre tuviera mucho cuidado con este tipo de políticos, los miserables, porque son igualito que las lentejas
-¿Igualito que las lentejas?, le preguntaba.
-Sí, igualito que las lentejas.
-Pero mi niño con una diferencia, que las lentejas el que no se las come las deja y a estos miserables si los dejas, te comen.
En La Vega de San Mateo tenemos un político que llegó a la alcaldía después de meterse, como Víctor Hugo, en los vericuetos del corazón de muchas personas, usando la picaresca, enseñando sus dientes al abrir la boca para sonreír, sin hacer brotar la sonrisa y buscando lo que los demás le podían dar y que él no poseía, todo a coste cero; aún recuerdo, a COSTE CERO.
Apareció como el temporal del Cantábrico, rompiendo en los abruptos acantilados con un ruido ensordecedor. Pisando tan fuerte a sus oponentes políticos que pronto se hizo con el control de la situación poniendo en marcha, con la rapidez y la fuerza de la galerna, su particular sueño envuelto en la nube de sus fantasías. Sus proyectos, construidos en esa nube, no exentos de especulación y sostenidos en la base de la ignorancia supina, fueron la esperanza de muchos y el regocijo de otros.
La Vega de San Mateo, parió, dio a luz, tras la tremenda borrasca, a un alcalde que en estos años ha logrado llevar la miseria a quienes le entregaron su corazón y sus bondades. Bien cierto es que fue lo que quisieron, es lo que votaron con mayorías aplastantes, ser miserables en la miseria de un miserable personaje político.
Renglones atrás dejé el motivo: “les importa un rábano llamar miserables a todo aquél que discrepa de ellos o se interpongan en su camino de éxito y poder”.
Ahora después del temporal, del enorme revuelo, pasada la tormenta, se observan los efectos devastadores de esas políticas miserables donde gastar el dinero público en proyectos costosos e innecesarios puede conducir a todo un pueblo, a todo un municipio, a tener que retranquear sus bolsillos, cerrar sus negocios y observar desde la más absoluta impotencia como el miserable no solo no comparte, sino que, como decía también renglones arriba, arrastra su triste e incompleta vida buscando lo que no tiene a costa de los demás.
Y sirva de muestra un botón. Mientras muchos empresarios de este pueblo sacan a duras penas sus negocios en un pueblo destrozado por las obras, sin aparcamientos, sin aceras, sumido en la tristeza infinita, con un paro galopante, con necesidades agravadas por la pandemia del COVID19 y donde la pobreza extrema llega a muchas familias, nuestro queridísimo alcalde, haciendo bueno al miserable político, con un sueldo de 3.411,37 euros al mes en 14 pagas pretende que el Ayuntamiento le pague la gasolina y el aparcamiento de “presuntamente” sus desplazamiento oficiales. Y digo presuntamente porque aún no ha justificado esas cantidades, que tendrá que hacerlo.
Las cantidades reclamadas:
235,21 euros 
174,15 de gastos protocolarios y 61,06 euros de locomoción.
Si esto, a la vista de lo que están pasando los vegueros y vegueras por las actuales circunstancias y las necesidades de muchas familias de este municipio que no tienen que echarse a la boca, no es ser miserable, que baje Dios y lo vea.
Ya no es a coste cero, porque es a su coste.
Puede más la miseria del miserable, metido en la trinchera del dinero, que la necesidad de aquellos que ha dejado en la miseria.
¡Dito’ sea Dios!
VEGUEROS S.M.

viernes, 2 de octubre de 2020

EL DECLIVE DE LAS MEDIANÍAS DE GRAN CANARIA, VERSUS POPULISMO

El declive de las Medianías de Gran Canaria, versus populismo




Por: Rubén Díaz Herrera
Secretario General de la Agrupación Socialista de la Vega de San Mateo

Hace ya nueve años, a raíz de las elecciones municipales de mayo de 2011, el municipio de la Vega de San Mateo salta a la palestra ante la sorpresa de la mayoría absoluta de un grupo que se presentaba por primera vez a las elecciones, Avesan. Cierto es que la persona que se presentaba a la cabeza, Antonio Ortega, era ya un viejo conocido de la política, pues había sido concejal en etapas anteriores dentro del grupo Alternativa por San Mateo y Director General de Estructuras Agrarias en el Gobierno de Canarias, dentro de los acuerdos de coalición entre CC y NC.
La entrada de este personaje en la alcaldía municipal vino precedida de un proyecto populista, con promesas de 700 empleos, embotelladora de agua, teleférico hasta la Montaña Cabreja, fábrica de queso y un sinfín de promesas adaptadas a las necesidades de la situación precaria de muchas de las personas de nuestro municipio. 
A partir de ahí cualquiera podría pensar que si no cumplía con las promesas y expectativas, por el cual le votaron una mayoría de vecinos y vecinas del municipio, se optara por retirarle la confianza en las siguientes elecciones. Pero supo tener la capacidad, por un lado, de mentir a la ciudadanía, indicando que el gobierno anterior le dejó el Ayuntamiento arruinado, y por el otro obtener el apoyo de Bravo de Laguna, a la sazón presidente del Cabildo en aquel momento, que presupuestariamente con el asfaltado de las vías de carácter municipal conseguía a cambio el apoyo en las siguientes elecciones.
A partir de ahí Ortega, en ese afán de mantenerse en política, ya que no se le conoce otro trabajo en su vida, creyéndose un buen cocinero empieza a meter al fuego muchos calderos para hacer creer a la ciudadanía tener un gran proyecto de desarrollo del centro de las medianías de Gran Canaria proyectos que, en su mayoría, se le han ido quemando y que de ellos iré desgranando a continuación.
El aparcamiento situado debajo del mercado municipal se lleva construyendo ya siete años, sin visos de apertura, con un presupuesto que ha alcanzado 700.000 euros, dinero que se ha gastado para ampliar en 50 plazas las ya existentes anteriormente entre las dos naves del mercado.
La nave principal del mercado agrícola, la que tanta fama nos ha dado desde los años 80 del siglo pasado y que ha sido el motor principal de la economía del fin de semana recibiendo a cientos de personas venidas de distintas zonas de la isla, así como turistas extranjeros que se acercan a adquirir productos primarios de primera mano. Dicha nave se tiró al suelo en la legislatura anterior, en un proyecto cuyo coste superaba el millón y medio de euros y que suponía una ruptura arquitectónica con la tradición de nuestras medianías de la isla. Actualmente dicho proyecto se ha vuelto a reformar ascendiendo el coste a 3 millones de euros.
Otro proyecto que entra dentro de la polémica es el tan cacareado Museo Etnográfico, antiguo Museo Cho Zacarías, que fue durante decenas de años uno de los centros principales, de visita turística, de las medianías de Gran Canaria, siendo visitado a diario por varios centenares de extranjeros. Dicho edificio fue adquirido por el Ayuntamiento hace ya 8 años por 500.000 euros, dejando fuera el contenido del museo, y que es lo que evidentemente le daba valor al museo. Durante estos 8 años, el edificio se ha ido cayendo a trozos en una situación de desidia y abandono por parte del Ayuntamiento, sin evitarlo de ninguna manera. Esta desidia durante años, en que se podía haber invertido dinero en rehabilitar el edificio, nos llevan a muchas personas en el municipio a pensar que existieron intereses ocultos en la compra del museo. A día de hoy se va a financiar un millón de euros en la rehabilitación del edificio, sin tener el Ayuntamiento un proyecto redactado del mismo y lo que es peor, sin tener proyecto claro de uso del mismo. Recordemos que el Alcalde ha salido en prensa en distintas épocas diciendo que iba a instalar la sede de la alta costura de la Vega, de la Escuela de Música, etc. Yo tengo claro que la infraestructura debe servir para cumplir dos objetivos, la parte museística, recuperando el patrimonio etnográfico que existía y la parte alojativa y gastronómica, para que sea compatible con la formación en materia de turismo rural y de restauración rural y de la cual adolece nuestra isla. 
Seguimos con la gran obra faraónica de Ortega, el gran aparcamiento financiado por el Fdcan en la época de Clavijo, que consiguió de Ortega el apoyo incondicional de Avesan a C.C.. Este proyecto ha sido financiado con más de 7 millones de euros. Recordar que los objetivos generales del Fdcan eran obras sostenibles, cuestión que desde el primer momento esta obra no cumpliría, ya que su mantenimiento supondrá  más de 400.000 euros anuales a las arcas municipales y que no se recaudarán de ninguna manera a través del cobro por utilización del mismo. Esta obra lleva ya un retraso de dos años en su finalización, sobre todo por una falla en el proyecto original de la cual nadie se ha responsabilizado a nivel técnico, ni político. Esta obra lleva añadida una mejora en la avenida de Tinamar, arteria principal del municipio, y dio comienzo en noviembre de 2019 y que podía haber finalizado en 3 meses, cosa que todavía no se ha hecho.
En todos estos proyectos y muchos más de menor entidad, cuentan con un común denominador, los proyectos originales tienen que ser reformados, siempre por encontrar una falla durante el inicio de las obras y que nadie se había percatado, ni el redactor del proyecto ni los técnicos municipales. Todos los proyectos acaban subiendo de presupuesto y todos los proyectos acaban duplicando las fechas de ejecución prevista.
Para terminar, sumando los distintos proyectos de estas legislaturas, considero que se han malgastado más de 15 millones de euros, dejando atrás el proyecto más necesario que necesita y adolece nuestro municipio. Más del 40% de las viviendas del municipio carecen de un equipamiento tan básico como es el del alcantarillado, todas estas en núcleos de población. Si contamos las viviendas que se encuentran en distintos diseminados podría aumentar la cifra al 50% de viviendas. Esto supone por un lado la contaminación de los subsuelos y de los recursos hídricos más lo que supone de problemas para la vecindad. Si a esto contamos con el deterioro del servicio de recogida de basura, caducado desde hace tres años y que ha supuesto un retroceso de más de 30 años en el mismo, el desmantelamiento de los recursos humanos municipales que nos llevan a la espera interminable de cualquier gestión por parte de los vecinos, la falta de seguridad con sólo cuatro efectivos en la plantilla de la policía local, la falta de actualización del callejero municipal y la ausencia de Plan General de ordenación Urbana, nos lleva a preguntarnos ¿Por qué tanto dinero en obras y por qué ninguno en los servicios básicos? Preguntas que también nos lleva a recordar la corrupción sistémica habida en nuestro país y en las islas, con las comisiones por obras desde las administraciones locales.
Concluyo diciendo que la Vega de San Mateo no merece un alcalde que está llevando a la ruina el tejido comercial del municipio y a sus gentes. Espero equivocarme pero con el tiempo será recordado como el peor alcalde de la democracia de nuestro municipio.
Fdo.: Rubén Díaz Herrera
Secretario General de la Agrupación Socialista de la Vega de San Mateo.
VEGUEROS S.M.

lunes, 20 de julio de 2020

¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS, POR EL CURA O POR EL ALCALDE?

¿Por quién suenan las campanas, por el cura o por el alcalde?

Por: Jesús Padilla

Hoy en día apenas si quedan campaneros que toquen a mano las campanas, aunque los campanarios y espadañas de las iglesias de los pueblos de la gran mayoría de la España peninsular e insular, sí conservan estos instrumentos antiguos.
Desde el toque de ir a misa al arrebato que alertaba a la población, las campanas han marcado la vida de las comunidades rurales a lo largo de la historia.
Las campanas han tenido a lo largo de su vida, no solo de nuestro pueblo, sino de todos los pueblos de España y de medio mundo, un significado dispar como a la vez unísono. Se han utilizado para convocar a los oficios religiosos, anunciar el ángelus, comunicar la muerte de algún vecino e indicando, con cada uno de sus toques, si el fallecido era hombre, mujer o niño. También para anunciar las fiestas de los pueblos y aldeas, convocar a los vecinos para colaborar en la extinción de un incendio o para indicar a estos que debían acudir a la Iglesia en busca de refugio en tiempos de guerras.
Desde niño viví  de manera muy especial, con las hermanas salesianas y después con los hermanos salesianos, muy intensamente, el contacto con la iglesia y conocí, gracias a las enseñanzas que recibí el significado del tañer de las campanas.
En esa época, allá por los años 60, ejercía de monaguillo, apenas tenía 6 añitos. Me levantaba muy temprano para acudir a la misa. Escuchaba las campanas del Colegio de Las Salesianas como repicaban, o doblaban, cuando había algún acto importante o un difunto. Eran las hermanas salesianas las encargadas de tan importante misión. De mayor continué yendo puntualmente a la Iglesia y aún recuerdo mi encuentro con las campanas de la Iglesia del Colegio Salesiano, fue toda una experiencia que jamás olvidaré. Como tampoco olvidaré la intensa educación salesiano que recibí, como la recibió mi padre, en los años de la guerra, allá en Montilla (Córdoba).
Pero siguiendo con mi relato, he de decir que las campanas han servido para anunciar homenajes importantes no solo para los católicos, tibetanos, hindúes, romanos, chinos e infinidad de culturas y civilizaciones; todos han conocido tan singular pieza, algunas fabricadas de valiosos materiales. En la vida política incluso los alcaldes hacían uso de ellas para convocar a los vecinos a las reuniones del Ayuntamiento y para reunirlos cuando se declaraba un incendio y se necesitaba apañar voluntarios para la extinción.
A nadie se le esconde que las campanas han sido un medio de comunicación a larga distancia, no solo en las zonas urbanas sino alrededores. Su poder sonoro hacía que muchas se oyeran a grandes distancias y eran construidas la mayoría de ellas en bronce cuyo metal era fundido por artesanos campaneros y la colada de la fundición se introducían en moldes de arcilla con las formas de la campana. Cuando se sacaban de esos moldes se le colocaban todas sus partes: el badajo, la cabeza de madera, que generalmente se hacía del nogal, la carrasca también llamada olmo que servía para sujetarla y también se le hacía una inscripción en la que solía colocarse el nombre de los fundidores, el año de fabricación, el nombre del cura que en ese momento era el titular de la parroquia, incluso en algunos casos hasta el nombre del alcalde.
En la cristiandad los toques de campana estaban bien diferenciados:
Toques de ir a misa, toques de alzar a Dios, toque de arrebato, que se hacía cuando había fuego en alguna casa, en el monte o cuando era necesario convocar urgentemente a los vecinos por  algún motivo especial como la búsqueda de alguien que se había perdido, toque del Ángelus, un toque este que recuerdo se hacía a las 12 del mediodía. Radio Nacional del España lo transmitía a las 12:00 horas acompañados de la oración :El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo”. O ese toque de repicar que se tocaba de forma continuada, sin freno, de ahí la famosa expresión “No puedo estar repicando y en la procesión” o “No puedo estar en misa y repicando”, o el doblar, ese toque que se le reconocía por ser el “Toque de muerto”. Se hacía, y se hace todavía, con dos campanas de distinto sonido y de forma lenta, y sirve para anunciar  que algún vecino, vecina o familiar ha muerto, Cuando se oye ese toque  rápidamente se preguntan unos a otros ¿Quién se ha muerto? o ¿Por quién doblan?  Si era  hombre el que había fallecido termina el doblado de forma  distinta a si  era mujer  y de esta manera la gente lo sabia. Cuando era hombre se daban dos toques separados y tres si era mujer. Cuando fallecía algún niño, se tocaba con la campana pequeña.
Y así podríamos seguir hablando de las campanas, pero harían falta muchas páginas para poder relatar el amplio abanico de manuscritos y documentos sonoros, y visuales, sobre este instrumento tan singular. Tan singular como polémico en este siglo XXI.
En la Vega de San Mateo, es casi medianoche. Las calles solitarias parecen descansar del ajetreado día que han tenido. Desde lo alto, casi a vista de lechuza, o de búho fisgón, algún gato rompe el silencio con un corto maullido y el aullido de algún perro se suma a ese coro de las noches de San Mateo.
Al fondo de la calle Principal se divisa la espadaña de la Iglesia del Santo Apóstol que, lejos de imponer su altura, se refugia entre los tejados de las viviendas que se encuentran a sus costados, al frente y a su espalda. Y, de repente, una percusión de doce campanadas irrumpe y resuenan en el silencio de la noche alcanzando los barrios periféricos del municipio. Unos segundos más tarde, repican, con el mismo estruendo, en medio de la noche, doce toques más. Después las medias y así sucesivamente las 24 horas del día, los 365 días del año.
Podría ser para muchos este escenario de un bucolismo, como se suele decir, de postal, casi idílico. Para otros, una onomatopeya de campanas que se convierte en un verdadero calvario. Lo que parece ser para los amantes del campanario y sus campanas música celestial, para otros se convierte en un ruido tormentoso.
Llegado a este punto mi pregunta es ¿Y que se puede hacer?, ¿y que se debe hacer?, ¿para quién deben sonar las campanas?
Hacer, se puede hacer mucho, pero lo que no me cabe la menor duda es que lo primero, lo que prima antes que nada es hacer cumplir la ley y después aprender a acatarla. Ya no vivimos en la Edad Media, ni en la dictadura pasada. Y sonar, pues no debe sonar ni para para el cura, ni tampoco para el alcalde.
Una de las cuestiones claves tiene que ver con la mecanización informática aplicada en los campanarios hace unos años con el objetivo de dar las horas con medias y/o cuartos ¿Alguien se a puesto a contar los repiques que al día dan las campanas de la Iglesia?  Pueden emerger un centenar de campanadas al día, entre repiques y llamadas. Pero nadie tiene en cuenta que la funcionalidad de las campanas no es dar la hora, y esto se hace, haciendo un sobreuso abusivo a su función principal. No estamos en la Edad Media, cuando la gente no tenía reloj y la iglesia ordenaba la vida de la gente a toque de campana, eso podía tener sentido, pero en la actualidad no tiene ninguno.
La gente no tiene que amoldarse al pasado histórico de 200 años, como dice el párroco, en un alarde de soberbia y poco sentido común. Es la Iglesia la que tiene que asumir y amoldar muchas de sus costumbres a los tiempos actuales inclusive los toques de campana cuya finalidad no solo no está vigente sino cuando se hace un “abuso de uso”, como es el caso, se vulnera la ley y uno de los derechos fundamentales del hombre, el derecho al descanso.
El poder eclesiástico, la Ley de Dios, nunca debe ser vulnerada, según los preceptos cristianos, y menos por un cura, ni con amenazas, intimidaciones, soberbia y falta de caridad cristiana, y mucho menos con insultos malsonantes contra quien, y quienes, defienden su derecho. Y no puede ni debe ser vulnerada por un sacerdote porque, simplemente, el Sr. Cura Párroco de San Mateo no puede estar por encima de las leyes del hombre, que el mismo debe acatar y obedecer, porque esas, las del hombre, son las que deben prevalecer para que una sociedad pueda mantener no solo los derechos que le asisten, sino las libertades que le amparan, entre ellas el derecho a ese descanso, a esa paz, a esa intimidad a la que cualquier persona no está obligada a renunciar lo diga el cura, lo diga el alcalde.
¿Puede un cura presentarse a un partido político o ser activista de un partido político?
Diferentes puntos de los artículos 285 (punto 3) y 287 (punto 2) del Código de Derecho Canónico, ese conjunto de normas jurídicas que regulan la organización de la Iglesia católica, dice que los religiosos no pueden participar de la vida política de un país ni presentarse en unas elecciones generales. No han de participar activamente en los partidos políticos, ni en la dirección de asociaciones sindicales, ni en cualquier otra de rango político salvo que según el juicio de la autoridad eclesiástica competente, lo exijan la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común. Ningún sacerdote puede presentarse ante la opinión pública manifestando su apoyo a una opción política.
Sin embargo, me duele como católico y creyente pensar y ver que parece que algunos, y hago alusión al párroco de mi municipio, que todavía piensan que existen partidos que son los oficiales de la Iglesia Católica, y otros que no lo son, teniendo los creyentes que ajustarse a ello, dirigiéndolos al voto de ese partido y encarándolo mediante un debate estéril, obsoleto y sin sentido al resto de partidos políticos, en contra de lo que les dicta la propias leyes y normas canónicas.
Pero la realidad no es así, ya que, por muy afín que pueda parecer un partido político a la causa eclesial, lo cierto es que ninguno acaba de casar del todo con el mensaje del Evangelio de Jesucristo, que es lo que debe importar a los creyentes, que como yo, abrazamos la religión católica. La política para los políticos, la Iglesia y sus dogmas para los curas, cada uno en su casa, y Dios en la de todos.
Se ha equivocado usted Sr. Párroco, y con todo el respeto que profeso a la sotana que lleva puesta, he de decirle que debe usted predicar el ejemplo del evangelio, el de la paz y la concordia, el del perdón y la humildad y tomar ejemplo de otros sacerdotes que han sabido amoldarse a las situaciones más extremas sin abandonar el evangelio y no dedicarse a dividir a su rebaño, enfrentar a sus feligreses y mostrar soberbia donde debe haber humildad y también buen entendimiento entre todos. Las cosas se solucionan con palabras y no con exabruptos callejeros incontrolados, ni malmetiendo desde el púlpito, ni en radio y/o televisiones, y sobre todo, con la verdad y la razón, con la parábola de Dios.
El informe de las campanas fue ordenando por el Ayuntamiento a raíz de la denuncia de unos vecinos que cansados de pedirle a su párroco que por favor disminuyera su volumen, lejos de hacerles caso, este comenzó una campaña de desprestigio hacia sus personas. A unos porque no eran nacidos en San Mateo, yo tampoco soy nacido en San Mateo, y a otro, el más perjudicado, porque pertenecía a un determinado partido político que según sus postulados es anticatólico y anticlerical, algo que, perdone usted Sr. Párroco, me hace reír, porque ni es cierto ni se sustenta; y al resto, vaya usted a saber, que lo sabe, porque muchas de sus palabras fueron dichas desde el púlpito pero otras a pie de calle y en medios claramente afines al actual grupo de Gobierno. Muy cristiana, desde luego, no es su actitud. Pero claro, cuando la política y la Iglesia se mezclan, el cisma está garantizado y el daño a la Iglesia también.
Un sacerdote no debe lanzarse a hacer declaraciones públicas. Lo primero que ha de tener en cuenta es que, entre los cristianos, como yo, por citar un ejemplo, los hay que se encuentran identificados con su parroquia y, seguramente, hay gente de todas las ideologías políticas. Por tanto, usted como sacerdote no debiera contribuir de ninguna de las maneras, con sus palabras públicas, a generar división, o a impulsar o dirigir a sus fieles hacia un partido u otro, sino más bien, y esa si es su obligación, a insistir en mostrar el evangelio. En la Iglesia la palabra de Dios, los panfletos políticos y la política, en la calle, que es donde deben de estar. El templo de Dios es sagrado y la política es pública.
Por eso, nunca en casos como estos, en que se mezclan malintencionadamente la fe y la política, a la par, fuera de toda razón lógica, se debe preguntar ¿por quién doblan las campanas? porque pueden hacerlo por el cura o por el alcalde, aunque yo particularmente creo que doblan por los dos, por usted al que creo le queda poco en nuestra parroquia y por don Antonio al que también creo le queda menos en la política.
No deja de ser menos cierto que ambos tienen algo en común, y es mi opinión, han dividido a este pueblo y han dejado un sabor agridulce, el de una Iglesia vacía y un pueblo destrozado.
Que suenen las campanas, pero para regocijo de todos, no de unos pocos.
Que suenen, pero no para el cura, ni tampoco para el alcalde.
VEGUEROS S.M.

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