Muchos son los que han leído el Quijote y no han aprendido de su lectura nada de provecho. Otros, en cambio, han sabido tomar la lección con la hidalguía suficiente, con la valentía necesaria para seguir manteniendo el ideal del caballero que luchaba contra esos molinos de viento que asemejaban a gigantes. Los más torpes, los "Sancho Panza", llevados por ese afán de destruir lo quijotesco, balbucean al oído del hidalgo caballero eso de ... "te pasa por ser Quijote, en la vida no se puede ir de Quijote". Que triste ser mensajero del gigante, del terrible molino de viento de Don Quijote de la Mancha. ¡Ay "Sancho Panza"! que no aprenderás nunca que más vale morir de Quijote que haciendo quijotadas con los molinos. Más vale ser libre y morir libre que ser esclavo del amo y morir como un miserable.
Alabo
a las personas que actúan con quijotesco sentido porque defienden sus ideales
ante todo, aunque estos sean de difícil ejecución, eso que algunos llaman
"batallas perdidas de antemano". Lo cierto es que las batallas están
para ganarlas o perderlas, pero no sabremos su desenlace si no las peleamos. Napoleón
Bonaparte dijo en cierta ocasión que "No hay que temer a los que tienen
otra opinión, sino aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes
para manifestarla".
Para
todos aquellos que han leído el Quijote, incluso para los que han dedicado su
vida en hacer un estudio concienzudo de él, ser Quijote en la vida es sinónimo
de David y Goliat, el filisteo muerto en Terebinto por la pedrada del pastor,
resultado de la lucha del débil contra el fuerte.
Ser
Quijote es ser valiente, ser libre. Muchos Quijotes hacen falta para que
podamos vivir mejor en un mundo lleno de egoísmos, de sinvergüenzas que se valen
de su poderío para pisar las voluntades de los demás.
Un
personaje quijotesco se caracteriza por tener un coraje fuera de lo normal y
tener lo que le faltan a otros para hacer lo que deben hacer en determinados
momentos de la vida; eso que vulgarmente llaman tener "bemoles",
"güevos", "ovarios" es un comportamiento extraño para
aquellos que, sobre todo, están acostumbrados al "si bwana", a no
protestar, a no meterse en "líos" a no hacer valer sus derechos,
aunque estos sean anulados, pisoteados.
No es
más Quijote el que defiende esas causas imposibles para algunos, que aquel que
produce la indefensión y comete el abuso defendiendo lo indefendible y
vulnerando la ley sistemáticamente escudándose en su poder administrativo y/o
político, en su estatus. O de aquellos que faltos de ánimo y valor soportan desgracias
o son incapaces de hacer frente a sus problemas, peligros y dificultades que
les trae la vida. Son personas con poca alma, pusilánimes que se convierten en
fieles servidores del poder corrupto a los que no ponen objeciones y les
facilitan las sucias tareas que estos no hacen para no "mancharse las
manos".
Por
eso prefiero ser Quijote en la vida que hacer quijotadas, o ser caballero e
hidalgo entregado a la defensa de mis ideales que Sancho Panza apegado a los
valores materiales, sin conocimiento y sin causa. Por una u otra, o ambas, son
tan complejos estos personajes como la vida misma, uno por materialista
empedernido el otro por ser un enfervorizado idealista objetivo.
Todo
depende del color del cristal con que se
mire.
Ahí
está el porqué mi impulso a ser Quijote que hacer quijotadas. Quizás mi cristal
no tenga color, sea transparente, y mi visión de las cosas sea más realista que
la de aquellos que según la situación ponen un color diferente a su percepción
de ellas por eso no diferencian el bien del mal, lo legal de lo ilegal, la
sabiduría de la ignorancia, porque simplemente visten de color su vida sin
darse cuenta que todo el año no es carnaval.
CABALLERO O ESCUDERO
No trunca la vida el
caballero
ni el hidalgo hace
ofensa al escudero.
Trunca la vida el
bandolero
a quién por saber más
que él
lo quiere convertir
en escudero.
Jesús Padilla
VEGUEROS
S.M.