De las cabras se hacen cargo los cabreros y de la cultura, los cabritos
Por: Jesús Padilla
Leía, ayer mismo, 13 de julio, un artículo del académico Arturo Pérez Reverte que titulaba, en su edición semanal “patente de corso”, más latín y menos imbéciles. En su, como siempre, extraordinario artículo recordaba que en tiempos de Franco un ministro llamado José Solís que era natural de Cabra -Córdoba- dijo en las Cortes: “ Menos latín y más deporte”; porque ¿para que sirve el latín? Tal expresión tuvo su respuesta de mano de Adolfo Muñoz Alonso, catedrático de filosofía: “Sirve para que ustedes, los de Cabra, los llamen egabrenses y no otra cosa.
Desgraciadamente, en este mundo que nos toca vivir, la cultura no es que pase de puntillas por los colegios e institutos es que, me atrevo a decir, que se arrincona porque, al parecer, lo que debe primar es la tecnología, lo fácil, lo cómodo, lo chachi y lo bien que me lo paso con el profe de excursión por ahí con la piba.
No digamos lo que ocurre de puerta hacia dentro de los hogares españoles donde la gran mayoría de jóvenes, y no tan jóvenes, están enganchados al WhatsApp, al Twitter, al Facebook. Estos jóvenes tecnócratas conocen a sus padres porque viven con ellos, y estos, los padres, embebidos como posesos a una tecnología cuyo uso principal es el chismorreo y el cotilleo, a sus hijos porque algún vecino o amigo les pregunta casualmente: ¿“oye Fulanito y tu hijo/a como está”? Me ahorro el resto porque de todos, y de todas, son conocidas las redes sociales y su utilidad, o inutilidad según como se mire, pública y privada.
Ver en la calle, en las casas, en los bares, en los restaurantes etc., a las personas “chateando” sin prestar atención a su alrededor de que existen otras personas, o que estás con tus hijos o estos con sus padres, es deprimente. Ni una palabra, ni una conversación, tan solo aislamiento y el titeo teclear de los dedos sobre el teclado. ¡Chacho, chacho, chacho!
Este tipo de cosas pasan y, desgraciadamente, a la gente eso de hablar pues como que no, que les cuesta, y mucho, articular palabra sobre palabra para construir frases. Otros en cambio, buscamos la palabra como mejor oferta para tener una sociedad más comunicativa, menos tecnológica y más expresiva, pero resulta muy complicado encontrar a un contertulio capaz de mantener una conversación larga y tendida para hablar de latín, de historia, de literatura, de física, de matemáticas, de pintura, y de tantas y tantas cosas relacionadas con la cultura que es harto difícil tal hallazgo. Es misión casi imposible. De fútbol, de telecinco, de gran hermano, en resumidas cuentas, de lo banal, e innecesario, de lo que no aporta al entendimiento del ser humano, ni al enriquecimiento de su intelecto, tan solo divierte y más bien desafecta a una especie, la humana, que se decía en mis tiempos de joven que estaba dotada de una inteligencia muy por encima del resto de especies del mundo animal. De esos fanáticos futboleros, chateros de cantinas, televisivos empedernidos y faranduleros de poca monta, encontraremos a miles, que digo, a cientos de miles, más aún, a millones de individuos y de individuas. Y en aumento, creciendo imparablemente. A este paso cualquiera de esas especies, como evolucionen al ritmo de nuestro retraso, se pone por delante.
En La Vega de San Mateo siguen ocurriendo cosas que cada vez entiendo menos. Quizás porque no encuentro razonamiento suficiente para justificar las “entendederas” de algunos políticos/as de este Grupo de Gobierno que se creen que eso de la política es como el WhatsApp, el Twitter el Facebook o ese guion televisivo del cotilleo continuo. Y les cuento, para no irme del hilo, porque se me corta el cuajo de la mala leche que se me pone. Porque hay que tener cuajo para soportar tanta ignorancia supina.
Me llega una noticia, que lejos de sorprenderme, habida cuenta de las habilidades demostradas por los concejales de Don Antonio Ortega, y sin ánimo de menoscabar la encomiable tarea de ser concejal, cuando se hacen bien las cosas, de que, en la segunda quincena del mes de julio, grupos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, se volverán a encontrar con el público de los municipios de la isla.
Esto debe suceder a mediados del mes de julio, es decir ¡ya! Y promovido por la Consejería de Cultura del Cabildo Insular de Gran Canaria.
Esta atractiva oferta también llegó a nuestro municipio. Una oportunidad única e inigualable, después de esta terrible pandemia que nos sigue acompañando, y tras meses de confinamiento. Serviría esta espectacular iniciativa para dar un aire diferente a nuestro pueblo, sumido en una profunda depresión económica, y como no, una opción muy válida para dinamizar la vida empresarial y cultural del municipio. Un acercamiento a la cultura que enriquece, no empobrece.
Pero no. Nuestro gozo en un pozo. Esto no sucederá en La Vega de San Mateo ya que este concierto, que dicho sea de paso, no costaba un sólo euro, ha sido rechazado por la corporación municipal que sólo tenía que disponer del espacio. Y miren ustedes si hay espacio para hacerlo, pese a la limitación de aforo que obligan las normas. Pero han preferido dar la espalda a la cultura y seguir a lo suyo, al WhatsApp, al Twitter al Facebook y al mundillo chabacano de estos mindundis de la política que todo lo hacen sin contar con nadie, ni con empresarios ni con el resto de partidos de este municipio, ni con los vecinos. Así nos va. Tenemos, simplemente, lo que nos merecemos, y lo que hemos votado unos gobernantes que anclados en lo banal nos ofrecen solo sus miserias.
Pues, y continuo con mi relato, visto que el Ayuntamiento no contestaba al ofrecimiento que la Consejera de Cultura del Cabildo hacía al consistorio veguero para celebrar este importante evento cultural, un concejal de este municipio, amante de la cultura y suficientemente dotado de ella, el concejal del PSOE en el Ayuntamiento, Rubén Díaz Herrera, y a instancias de la propia Consejera de Cultura del Cabildo, la socialista Guacimara Medina, se pone en contacto con la concejala de cultura del Ayuntamiento de la Vega de San Mateo, Iluminada Santana para hacerle el ofrecimiento. La respuesta, como siempre y por mala costumbre, y peor praxis política del Ayuntamiento es, como siempre que no interesa que otros tomen iniciativas que no salgan de estos mamarrachos, la callada por respuesta. Manda güevos.
Quizás la pandemia les tenga trastocada la entendederas, o puede ser esta, la pandemia, la excusa perfecta para decir no.
Lo que si queda claro, es evidente y totalmente viable, que con las medidas de seguridad pertinentes y estando abiertos todos los negocios y servicios de este pueblo, la cultura también tiene derecho a existir y a acercarse a la población y colaborar en una dinamización tan necesaria para un empresariado que cada vez está mas ahogado en un pueblo enterrado en obras inacabadas, patas arriba, alicaído porque, desde su alcalde hasta sus concejales, le han hecho perder su propia identidad y le han metido en una espiral tan peligrosa y profunda que requerirá no solo de un concierto sino de miles de conciertos par salir adelante.
Que se permitan botellones, escándalos nocturnos, peleas callejeras en bares y calles, ajustes de cuentas y tomas de justicia por la mano, y todo lo que una sociedad civilizada no solo debe controlar y evitar por ser ilegal y atentar contra el bienestar y la buena convivencia y no se admita un concierto de alto nivel cultural, repito hay que echarle bemoles al asunto, ¡manda güevos!
Y estos mamarrachos, y mamarrachas, depreciando la ayuda cuando sus mamarrachadas solo consiguen hundir más a un municipio que no lo conoce ya ni la madre que lo parió.
Ésta, dice Rubén Díaz, y ratifico por la mayor, como explicaba en uno de mis artículos de opinión, es la sensibilidad de nuestra concejala en particular y del grupo de gobierno en general, con la cultura y con nuestro pueblo.
Lamentable y vergonzoso. Bendito sea Dios. Que inutilidad más grande.
Márchese ya Don Antonio. Márchese ya y deje respirar a este pueblo, que nos asfixia, que nos entierra entre sus escombros y sus obras faraónicas, entre sus decisiones dictatoriales y salomónicas. Y no se preocupen ustedes más de nosotros que las cabras la cuidan los cabreros y no como ahora que los cabritos se ocupan de la cultura.
Como decía no hace mucho… favor que le agradeceremos profundamente.
VEGUEROS S.M.